lunes, 15 de septiembre de 2008

Un último acto de justicia

Desde aquel día que empecé a tener conciencia sobre mí misma, he intentado ser una buena persona.

Desde niña incluso, ayudaba a quienes estuviesen junto a mí. Traté de vivir con suficiente individualidad para que mis padres no tuviesen que ocuparse en demasía de mí, y creciendo y madurando, llegué a pensar, llegué a tener la certeza de la igualdad que existe en la raza humana.

Cuando mi novio, allá en colegio, me abandonó para buscar algo más, que le aportara para su egoísmo en vida, lo más que pude fue agradecerle por el tiempo que me dedicó, y desearle lo mejor, pues él, como todos, no hacía más que vivir su vida buscando un mejor camino. Pedí a los cielos, por él, para que no topara algún espejismo en el camino y siguiese siendo la persona dulce que un día conocí.

Cuando mis padres murieron, en mi soledad, combatí por todo lo que tenía de vida. Fomenté un futuro para mí, donde pudiera vivir ayudando a todo aquél que lo necesitara.
Y luego de años de estudio, conseguí formar parte de ese grupo, en la sociedad, que a los ojos del común de la gente no hace más que castigar al injusto y proteger al justo.

Como fiscal, empero, lo que siempre intenté, fue enseñar al injusto y cuidar lo más posible del inocente. Después de todo, ¿cuánto podría juzgar yo de uno u otro? ¿Cuán inocente soy, en realidad, y cuán culpable sería cualquiera? Sólo sé cuánto puede aprender alguien para saber que no está solo en el mundo, y con lo más puro y alto que puede existir es ayudar a alguien más.

Y es que en el fondo, eso es algo que siempre he sabido a cabalidad. Así mis padres no estuviesen conmigo, así nunca hubiese tenido hermanos y no haya conservado a ninguno de mis amigos, sé que nunca he llegado a estar sola.

Esa certeza es la que me ha acompañado siempre, a lo largo de estos años, aún mientras muchas veces hube de observar, impotente, cuán cruel puede ser el mundo con mis hermanos, cuando aquellos que habían sido injustos no podían enmendarse y debían ser desechados.
Peor aún. Muchas ocasiones han sido testigos de inocentes lanzados a la hoguera. Yo no podía evitarlo. Nunca tuve la potestad total, después de todo.

Pero el momento cúlmine llegó hace unos días. Sé que ya estoy anciana, y sé mejor aún que con los años mis sentidos y mi intuición se han aguzado.
Y comprendo a la perfección que esa prostituta que asesinó a ese hombre del gobierno, no hacía más que defenderse.
Que su hijo no merecía quedarse sin madre.
Que quizá ese hombre, el que murió, tan sólo fue a algún sitio donde ya no tuviera que ceder a sus tentaciones y a su propia corrupción.

Lo sé, lo entiendo todo. No he podido hacer nada, sin embargo. Para hoy, ella ya debió ser ajusticiada. Así funciona este mundo, por lo visto, y no puedo hacer nada.

A menos que tomara esta decisión. La que mi novio en colegio quiso que tomara hace tantos años. Él no podía comprender mi búsqueda de igualdad y bien para todos. No, porque él estaba concentrado en conseguir poder, así fuera por los medios más ruines.

Porque, pese a que él sacrificó a esos animales, trató de asesinar a sus padres, y hasta a mí, quizá algo faltaba en él. Yo no lo acusé, y guardé sus secretos. Siempre creí que llegaría el momento en que tuviese lo que quería.
Cuando años después me enteré de su suicidio, no pude menos que interpretar su acto postrero como la búsqueda de un sendero más amplio. Una ruta de escape o el camino real hacia lo que buscaba.

Fue una suerte que antes del final él me enviase esas cartas donde me hablaba de sus secretos, como cuando aún estábamos juntos.
El grimorio estaba junto a ellas, y también la forma en que debía llamar a esa entidad que él tanto buscó y que al final no pudo soportar.

Lo dije bien, y esta noche lo sigo creyendo. Él tenía otro camino. Espero que ahora sea libre. Lo amo, como a todos, pero sé bien que no fue lo suficientemente valiente como para aceptar este poder.

Yo lo he conjurado, y ahora mi visión se acelera y se acrecienta, y estoy a punto de dar el paso final.

Sé bien qué es a lo que estoy renunciando. A partir de mi despertar, desde mañana, podré ver a través de los misterios del mundo. Nada volverá a tener secretos para mí, y por fin podré juzgar y salvar a la gente, pues además ejerceré un control irrebatible sobre ellos.

Y a cambio, mi alma será suya, por toda la eternidad. Algo de esperanza, queda, empero, en mi corazón, pues sé que esa porción de espíritu que Él se está llevando, no es más que una parte, en esta gigantesca rueca de ánimas, y que las demás estarán junto a mí, aunque esté hueca, para que yo los proteja y los ame, como siempre deseé.

12 comentarios:

Mary Lovecraft dijo...

Querido Corven, he leído este cuento como sorbiendo el más preciado de los licores...

primera vez que te leo en primera persona femenina...y me ha encantado, me ha resultado extraño, inesperado, sorprendente... y tan real.

espero ver este lado tuyo más a menudo.

un beso.

p.d.: yo escribo mucho en masculino y fíjate tú que nunca pensé en el impacto que pudiera tener en mis lectores...supongo que todos tenemos nuestra parte masculina y femenina, sólo hay que darle rienda suelta de vez en cuando.

Corven Icenail dijo...

Jejeje, qué gusto Mary, era justamente algo de lo que quería que se sintiera al momento de leer... esto... (no sé si llamarlo relato...)

hace tiempo que no publiaba algo que no fuese una improvisación... qué bueno que te haya gustado

Marcelo Carter dijo...

Está genial,amado Corven.Tiene unos segmentos en donde la narración se pone bastante triste y coincido con Mary en que el estilo en primera persona que usas es bastante bueno y atrapa en sobremanera.

Qué decir del ritmo que va creciendo hasta despegar en un final (al menos para mí) conmovedor.

Un saludo,Corven.

Corven Icenail dijo...

Gracias por el comment mi hermano... hay algo importabnte de lo que hablar!!!

Revisa tu bandeja de MP`s en el foro... urgente!!!!

Anónimo dijo...

El estilo en primera persona es algo que hay que saber manejar. Si no se logra ese balance entre lo que una persona pudiera saber y decir, y lo desconocido necesario para cautivar al lector, todo se va al traste. Este es un ejemplo de un relato en primera persona bien logrado.

Corven Icenail dijo...

Muchas gracias A.M.A.... en tiempo que no se me hacía una observación tan profesional...

Voy a husmear lo que tienes en blogger, vale???

Anónimo dijo...

No hay problema. Te recomiendo que uses las etiquetas para que llegues a lo que realmente te interesa con facilidad.

Anónimo dijo...

Oooh Corven tu "lado femenino" me ha impactado, es de esos relatos que no puedes dejar de leer, increible como te arrastra hacia un final inesperado.
My buen texto, mis felcitaciones.
besos

Corven Icenail dijo...

Wujù.... ya te extrañaba por mis lares mi muy querida Bitter...

Qué bueno que haya sido tan bien recibido mi lado femenino... es algo que voy a empezar a explotar mucho más... je....

Guly dijo...

Apreciado Corven. Soy ignorante respecto a los blogs y todavía no se cómo debe hacerse para "linkear". Si tiene un rato, me gustaría que me explique.

Por cierto...muy bueno y conjurado relato este.

S-17... dijo...

Vaya, un relato muy bien estilizado, me gustó. Aunque, no sé, más que conmoverme, el final me dejó con cierta sensación de ira comprimida. No por el personaje, por la ironía, diría.

Pero que va, espero leamos un poco más de este tipo de historias por aquí. Me agrada la armonía que se da en la narración. Buen trabajo.

Y por lo pronto, hasta otra oportunidad y que tengas bellos días.

S-17.

Corven Icenail dijo...

Sale, Sade, y con lo bien que nos vimos el sábado aún me deseas buenos días... ??

P.D.: Al final no recogiste tu gato negro... buuuu