jueves, 22 de marzo de 2012

Dos días y veinte minutos

Pequeña pausa antes de proseguir con "Carcoma"





Dos días y veinte minutos, o algo así, era lo que había tomado la febril decisión de abrir la puerta y salir. En contraposición, aceptar la muerte de todos luego del largo sueño, llevó algo así como dos años. Pero la soledad es irremediable, puerta o no puerta.
Entonces estaba el callejón, cruel remedio para las paredes sucias de tinte blanquecino. Allá estaba la cama, abandonada y tenue, acá la niebla, corroyendo, mutando todo en el mundo. Le arrebataba el color. Lástima que no le arrebatase la vida. La llovizna, formada como una cortina pegajosa, dejaba versos entintados sobre la gente, como negra excrecencia del cielo. Él sabía que no había nadie allí arriba, al contrario de la infección de abajo. Los muertos no pueden dirigir un saludo, pensó, y se entremezcló, con una brazada por entre el mar de asco, mucho más resistente que la frágil niebla. Atrás quedaría su casa, pero no había por qué temer. Terminaría por regresar, lo sabía, lo sabría siempre. El camino que atravesaban los demás no era pertenencia suya, era tan sólo la vena negruzca que recorría el brazo hinchado de un mundo no construido para ser habitado en verdad. La niebla se disipa un poco en lo alto, cuando el sol alcanza ese cenit de mirada destellante. Allí está también un poco de la presencia, ignorante del dolor. Pero una ignorancia que se puede perdonar. La de los demás no es así. ¿Por qué tienen derecho a seguir caminando hacia donde la niebla deja ver las paredes?
Entonces comienzan a tropezar. Algunos han caído. Uno delante, otro atrás. Sus ropajes tendrían color, si el mundo lo permitiese. Dos días y veinte minutos ha tomado salir hasta acá y ahora resulta que el camino los devora a todos. No gritan, apenas si se mueven. No ha visto el rostro de ninguno, tan sólo se echan allí, a morir, y el suelo, negruzco y enfermizo como siempre debió ser, se mancha otro poco.
Dos días y veinte minutos, y al salir he comprendido que esos muros no responderán, o si responden, sus mentiras no serán suficientes.

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