viernes, 5 de octubre de 2012
El Cuerpo
Jueves 4 de octubre del 2012
Después de intentarlo de todas las maneras posibles, entendí que no iba a poder evitar que el espantoso olor me persiguiese. Había visto el cuerpo muerto en el minibús ayer por la mañana, pero no entendí, o no quise entender, o más apropiadamente, no tuve tiempo para efectivamente pensarlo, así que tan sólo esta noche he notado la verdad. El sueño no me alcanza, pues, mientras pienso en las consecuencias, en lo que ha de pasar luego de aquello. ¿Qué sería del cuerpo ése? ¿Dónde iría a parar? ¿Y por qué estaba ahí? No obtuve ninguna respuesta, el mundo siguió girando, y me encontré con una nueva mañana. La misma secuencia de siempre, el desayuno, la ropa, las recomendaciones de mamá. Y el minibús. Así que en un principio no noté que era el mismo de ayer. Tan sólo otra carcacha más, cargada de sudor, calor y opresión. El olor fue lo de menos, en la primera parte del tramo. Entonces una señora descendió, trabajosamente, y al volver a abordar me topé justo delante de la criatura. Mi sudor frío se llevó mis preocupaciones y casi todos mis pensamientos. Entonces el olor se convirtió en una constante sobre la realidad, desde esos veinte minutos hasta llegar al colegio, las horas después, el silencio de la tarde, y la llegada sutil de la noche. Relaté el episodio a mi madre, quien tan sólo se limitó a recriminarme la broma de mal gusto. No me desilusioné. Quería pensar que lo era en efecto. Tan sólo otro pasajero sudoroso y cansado. Tan sólo otra persona más con otra rutina. Debo olvidarme de todo eso y concentrarme en los exámenes de estos días.
Viernes 5 de octubre del 2012
Hoy ha pasado de nuevo, pero esta vez lo estaba viendo desde el asiento de atrás. ¿Nadie va a hacer nada? ¡Hay un cuerpo pudriéndose en ese maldito minibús! ¿Es que acaso a estas alturas eso ya no es un problema? Tal vez esté medio dormida al ir al colegio y esto sólo sea imaginación desbocada. Siempre he querido ver un muerto, y hasta ahora recién entiendo que lo que más recordaría es el olor. Pero está bien. Tal vez no exista y sólo estoy confundiendo algunas cosas. Además, creo que la próxima vez que pase algo así, será mejor que me calme y lo ignore. Decirle a alguien no valdría de nada. Nadie tiene cadáveres yendo por aquí y allá como si fueran bultos, después de todo. Tan sólo… que estuve mucho tiempo concentrada, mirando la suciedad entre el hilado de su chamarra. Un capote gris y oscuro, y una cabellera sucia, que parecía cargada de pelambre, como si hubiesen dispuesto hebras sueltas, y no brotase del cuero. La piel era un capítulo aparte. Un escalofrío que casi se convirtió en arcada me atrapó, luego de que observase la secuencia de orificios que surcaban la piel de su cuello. Convertían la piel morena en grisácea, y rugosa, y casi sentí que exhalaban un vaho visible. A eso lo he reducido, con la esperanza de que sea un mero motivo, una figura repugnante sin significado, y mi mente la convierta en alguna saludable pesadilla.
Viernes 5 de octubre del 2012
Mamá me dijo esta mañana que tenía que despertarme más temprano. ¿No fue viernes ayer? La mañana del sábado debería pertenecerme. Si tan sólo hablase con alguien en el colegio, notaría la diferencia. El minibús llegó apenas estuve en la acera. No era el mismo de los otros días, aquél era blanco pútrido, éste es rojo, y el viento viene con él. Mi cabellera estalló como una maraña de agua negra, golpeando mis ojos, golpeando mis labios, cegándome, y quitándome el aliento. Y seguía allí. Esta vez no fue un mero escalofrío. Sentí mi plexo subir rápidamente y mis sienes dilatarse. Sentado a mi lado, por vez primera sentí el bambolearse de su cuerpo, casi tocándome. A mi mente acudió la imagen de una bolsa de carne, de cuando mamá y yo volvíamos del trabajo. Me gustaba sentir el nylon estirado y frío, pero odiaba el olor. Odiaba el rojo apagado y la textura. Y ahora estaba a mi lado, inmenso y helado también, moviéndose. Sentí el derramarse de los órganos en su interior, masas de grasa y carne compactas, sucumbiendo. ¿Habría alguna criatura que hiciera su trabajo allí dentro? ¿Algo devorando y horadando? Siento mi colchón como si fuera la misma esencia pútrida. Casi me siento apestar a mí misma. Intentaré dormir. Mañana no tendré que verlo.
Viernes 5 de octubre del 2012
No es verdad. No ha pasado… mamá me está mintiendo. O no estoy entendiendo lo que sucede… ¿no es eso el principio de la locura? No quiero seguir escribiendo. Ayer era la misma fecha. Tal vez me estoy mintiendo también. …Por favor… Quiero dormir.
Viernes 5 de octubre del 2012
Esta mañana llegué a la única conclusión posible. He estado en un sueño muy largo. He estado viendo a la misma criatura muerta durante días, y he hablado con mamá también, pero ¿no pueden acaso transcurrir inclusive años, en el sueño? El tiempo no significa nada para cuando la mente se desliza por el rellano y fantasea con todo su aliento. Así además, mamá no carga con la culpa de mentirme y la imagen del colegio repleto y monótono, es tan sólo otro empuje de mi mente escapando. Y el cuerpo. Ahora creo que es la primera vez que lo veo. Sí, un cadáver podrido, tambaleándose en un minibús vacío, raudo como el viento, atroz y salvaje como la vida. Su olor me parece tan natural, como si lo hubiese sentido toda mi vida. Ahora creo que hasta puedo aferrar mi colchón, pensar en que hay algo sangriento y grumoso allí debajo y soñar de nuevo.
Viernes 5 de octubre del 2012
El sueño me trajo otra vez al mismo día. Ya no lo evitaré. Le dije adiós a mamá con toda naturalidad, abordé el minibús como siempre. Sentí el vaho del cadáver en el asiento detrás de mí, como si fuera un hecho inevitable de esta cadena de eventos. Ya llegará el día que despierte de verdad y deje de ser viernes. Cuando eso pase, será increíble ver… estas… palabras, en mi diario. Porque… existirán cuando haya despertado. Eso espero.
Viernes 5 de octubre del 2012
Hoy no estuvo el cadáver. Estoy llorando. No lo entiendo. Estoy manchando todo. Sigue siendo viernes, ¿verdad?... sigue siendo… o fue de verdad. Mañana será sábado. Por fin dejaré de ir al colegio… dejar todo en paz… pero no puedo dejar de llorar. ¿Dónde estará? Ahora que pienso que era parte de mis sueños y nada más… no sé. No sé si quiero volver. Era tan cómodo saber que estaría allí. Que un poco de horror crisparía mis nervios y que dormiría cobijada con el aroma de la descomposición. Mamá no podrá resolver esto.
Viernes 12 de octubre del 2012
No puedo hacerlo volver. No importa cuánto sueñe… mamá no me dice nada. Espero… ruego que tan sólo sigamos viviendo.
Viernes 26 de octubre del 2012
Tantos días y aún nada. Estoy comenzando a olvidar. He estado llorando todos estos días. Ayer me derrumbé, toda yo como una muñeca sin soportes, sobre mi cama. No podía dormir, y comencé a gritar, a gritar con todas mis fuerzas. Nadie me escuchó. Llamé a mamá. Quisiera que estuviese aquí. Que entienda que ya no quiero más. Quería dejar de avanzar. Quería saber que el cuerpo seguía pudriéndose. Entonces, esta mañana fui al cuarto de mamá. Toqué tan siquiera un poco la puerta, y el olor me golpeó, como si él hubiese vuelto. Ahora no sé, otra vez, si estoy durmiendo. He revisado todo este cuaderno, y la página del 5 de octubre no cesa de repetirse. Ahora podría repetir la del 26. Me acostumbraré al hedor. Algo está descomponiéndose, cerca de mí. Ya puedo dormir en paz.
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