miércoles, 24 de agosto de 2011

Repeticiones





Observaba hacia el hosco vacío que había dejado su ausencia en la poza donde estaba naciendo. Y donde nacería una y otra vez mientras conservase la condición que humano y hombre lo hacía. Eso era su maldición, su orgullosa maldición.
Entonces comprendió que estaba haciendo el mismo paso tan repetida y cansinamente que no terminaría de desandarlo jamás, que lo desearía por siempre, y que estaría consumiéndose, vapor que regresa a la tetera, abdomen de abeja matándola matando, mientras se entendiese a sí mismo como lo que estaba hecho y derecho y que no podía ni podría negar, ni aceptar, por mucho que lo siguiese y siguiese haciendo por siempre jamás en tanto las cosas tuviesen ese olor a deseo y ese tacto a la calidez de la luz primera de su vida. El círculo nunca iba a terminar, y él seguiría queriendo, añorando, rogando, por el resto de sus días y noches.
O al menos hasta que encontrase una forma, de que su corazón valga la pena para quien no está condenada a esa condición, porque se sabe completa, no repetida, no cansina, y viva de verdad y no como repetido reflejo.

5 comentarios:

Marcelo Carter dijo...

O_o oh, my cat!


Te hago un desafío, Corven. Tu próximo relato debe ser en 1era persona. Acepta el desafío.


Saludos.

Anónimo dijo...

siiii

Blood dijo...

Menuda prosa poética. No sé si me gustó, pero me gustó.

Saludos sangrientos

Blood

Corven Icenail dijo...

Hermano Randolph, subo y apuesto... porqué aún no puedo entrar a tu blog, por cierto?

anónimo, pues yeaaahhh!

Blood, mirá que verte después de tanto tiempo me hace pensar un poco en la vejez y otros asuntos igualmente pérfidos.
bueh...

Corven Icenail dijo...

Sí, que el universo nos mire, que vaos rampantes, yo agotado por el trabajo y destrozado, pero todos juntos. Ah, y los demás andan por el nuevo foro. Quizá un día despertarás del sueño dogmático,(al igual que nosotros) mi siempre esperado y querido A.M.A., y regresaremos todos....